Nº 418

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EN VENEZUELA EL PUEBLO PROTESTA PORQUE TIENE HAMBRE Y EL GOBIERNO RESPONDE CON MÁS REPRESIÓN

Por qué en Venezuela ahora se protesta menos que en otros países de América Latina






Venezuela, al menos por ahora, no es Bolivia.


La oposición venezolana, liderada por Juan Guaidó, volvió a protestar este sábado en diferentes lugares del país contra el gobierno del «usurpador» Nicolás Maduro.


La marcha convocada en Caracas, en la que Guaidó renovó sus llamamientos a la movilización popular para derribar a Maduro, terminó frente a la embajada de Bolivia, donde el dirigente opositor y el pequeño grupo de seguidores que le acompañó hasta allí cantaron el Himno Nacional.


La elección del punto final de concentración no fue casual.


La oposición venezolana esperaba que la renuncia de Evo Morales como presidente boliviano y su salida del país en medio de acusaciones de fraude electoral y presiones de la cúpula militar animarían a sus seguidores a echarse de nuevo multitudinariamente a las calles contra Maduro, como sucedió en los primeros meses del año, después de que Guaidó se declarara presidente interino y fuera reconocido como tal por Estados Unidos, y la mayoría de países de la Unión Europea y Latinoamérica.


Pero las protestas de este sábado, como otras convocadas últimamente, estuvieron lejos de ser masivas y la permanencia de Maduro en el poder no parece más amenazada que antes.


Los venezolanos, que vivieron grandes manifestaciones y semanas de choques entre detractores del gobierno y sus fuerzas de seguridad en 2013, 2014 y 2017, se abstienen ahora mayoritariamente de participar en protestas de contenido político, una actitud que contrasta con la conflictividad creciente en otros países de la región.


A la caída de Evo Morales en Bolivia, se suman las semanas de contestación a las que se enfrenta el gobierno de Sebastián Piñera en Chile y un inminente paro nacional en Colombia.


Antes de eso, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, tuvo que anular la retirada de un subsidio a la gasolina que había anunciado ante la respuesta que encontró en las calles.


Aunque en Venezuela sigue habiendo con frecuencia pequeñas protestas por la falta de agua, gas o gasolina que sufren sus comunidades, las grandes movilizaciones han dejado de ser la tónica.


Qué impacto ha tenido la negociación fallida

Sabana Grande, en el centro de Caracas, era una de las zonas por las que debía discurrir la caravana opositora convocada por Guaidó para el sábado.


Una de sus partidarias, la profesora jubilada Zuleyma Castro, explicó allí por qué cree que cada vez menos gente le sigue.


«Los meses que se gastaron en negociar con el gobierno le han restado fuerza», indica a la entrada de un centro comercial en el que hay muchos más policías que manifestantes.


La oposición venezolana dejó de convocar protestas en las calles cuando el pasado mayo se inició -con la mediación de Noruega- una negociación con el gobierno.


El proceso fracasó, igual que el celebrado en República Dominicana entre 2017 y 2018, reforzando los argumentos de los sectores del ala más dura de la oposición, encabezados por María Corina Machado y su partido Vente Venezuela, que rechazan cualquier negociación con el gobierno.


Marielena Martínez, otra de las personas que sí iba a manifestarse en la zona de Chacaíto, cree que el diálogo fallido hizo aflorar «divisiones en la oposición».


Por qué se cuestiona el liderazgo de Guaidó

Guaidó volvió a prometer este sábado «mantener la protesta hasta lograr la libertad».


La señora Castro sigue creyendo en el liderazgo del dirigente de Voluntad Popular. «¿A quién vamos a poner en su lugar?», se pregunta. Pero encuestadoras como Delphos detectan ya un descenso de su crédito entre la población.


Su rival Maduro tampoco sale favorecido en los sondeos y en las marchas progubernamentales, muchos de los asistentes suelen ser empleados públicos o pensionistas que reciben alguna compensación por acudir.


La desmovilización afecta a ambos bandos.


Robinson Paternina acudió a las marchas convocadas por Guaidó a comienzos de año, pero este sábado BBC Mundo lo encontró haciendo cola en una licorería de la zona de Bello Monte. «Antes había un río de gente en las marchas, pero ya no lo hay, porque no hay líderes», dijo.


Pese a que a principios de año, Guaidó trató de descabalgar al chavismo mediante acciones fulgurantes y de impacto, como el intento de ingreso de la llamada «ayuda humanitaria» el 23 de febrero o el frustrado levantamiento militar del 30 de abril, ahora insiste en que «no hay una fecha mágica».


Pero en un país con una historia llena de golpes militares y caudillos que lo gobernaron de manera autoritaria resulta difícil hacer que ese mensaje cale.


El propio Paternina reclama dirigentes que «hagan lo que hay que hacer, que digan que vamos a matarlos o a que nos maten».


«Como en Bolivia», concluye.


Cómo influye la política internacional

Las alusiones a Bolivia se repiten estos días.


A la hora en que Guaidó cerraba su marcha frente a la embajada boliviana, los seguidores del gobierno escuchaban en la otra punta de la ciudad a Diosdado Cabello, uno de los más poderosos dirigentes chavistas, clamar contra «el golpe de Estado» que derrocó a Evo Morales.


Marchas de la oposición y contramarchas del gobierno son una constante en la historia reciente de Venezuela.


Pero en unas y en otras cada vez se ve menos gente.


Josefina, hoy jubilada del sector del turismo, era asidua a las concentraciones del chavismo. Ha perdido esa vieja costumbre.


«Una marcha y marcha y al final todo sigue igual», cuenta, mientras busca el puesto de fruta con el mejor precio en un mercadillo de la avenida Baralt, a poca distancia del Palacio de Miraflores. Ella, como tantos otros se queja de lo dura que se ha vuelto la vida en el país, golpeado por una grave crisis económica.


El efecto contagio de Bolivia que anhelaba la oposición no se ha producido, al menos de momento.


Si Morales renunció cuando el alto mando militar y policial de su país le pidió que lo hiciera, en Venezuela, salvo esporádicas deserciones, las Fuerzas Armadas continúan del lado del gobierno.


Geoff Ramsey, analista del centro de análisis Washington Office of Latin America, indica que «Maduro construyó muchos lazos con los militares y ha mostrado mucha más habilidad para controlarlos que Morales».


La falta de concreción de las amenazas de Estados Unidos contra Nicolás Maduro ha sido otra de las razones que han hecho desinflarse a la oposición.


Washington repitió muchas veces aquello de que «todas las opciones están sobre la mesa» para derribar a Maduro, lo que parecía abrir la puerta a una intervención militar en Venezuela.


Pero el paso de los meses ha dejado claro que el gobierno de Donald Trump no va a ir más allá de la imposición de sanciones y la presión diplomática contra el mandatario chavista.


Aunque ha agravado sus problemas económicos, nada de eso ha servido para hacer caer al gobierno.


Cómo impactan la represión y la crisis

La noche antes de la movilización convocada para este sábado, encapuchados con armas largas irrumpieron en una oficina del partido de Guaidó en Caracas. Según quienes estaban allí, encañonaron a los presentes, les robaron sus pertenencias, y causaron destrozos.


Fue el último ejemplo de la intimidación y violencia que sufren con frecuencia los seguidores de la oposición.


Cuando en febrero, Guaidó movilizó a sus seguidores hacia la frontera con Colombia para apoyar la entrada de los insumos donados por sus aliados internacionales, grupos motorizados armados dispararon en la zona donde se hallaban los activistas sin que la Guardia Nacional, ampliamente desplegada allí, hiciera nada por impedirlo.


Un informe de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, reportó múltiples casos de «uso excesivo de la fuerza» contra los manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad.


En una visita a Caracas, Bachelet dijo que también los seguidores del gobierno habían sido objeto de agresiones en el marco de las protestas, pero finalmente no incluyó ese extremo en su informe.


El peligro intrínseco a manifestarse también ha contribuido a disuadir a muchos de participar.


«Con las marchas no se gana nada y además se expone uno a que le caiga un perdigonazo», dijo Josefina, que prefiere que no se difunda su apellido.


Son muchos los venezolanos que, en estos duros momentos para ellos, ven prioritarias otras batallas.


Robinson Paternina dijo: «Antes me lo podía permitir, pero ahora no puedo perder un día de trabajo para asistir a una marcha».


Josefina corrobora: «Mi marcha todos los días es para encontrar el agua y el gas, que no llegan a mi casa. No puedo perder el tiempo en ot========================================================


¡EL CÁNCER DE LA IZQUIERDA! La violencia se apodera de calles de Latinoamérica




El mes de octubre ha resultado explosivo para Latinoamérica tras diversos episodios de violencia, con enfrentamientos, manifestaciones y ataques a la propiedad pública y privada en seis países de la región, donde las tensiones que habían estado latentes tuvieron estallidos, develando así sus particulares crisis políticas, económicas y sociales y provocando acusaciones de posibles instigaciones desde el exterior, especialmente desde Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro, para los desórdenes ocurridos.


El primer evento registrado fue justo arrancando el mes. En Perú, luego que el presidente Martín Vizcarra anunciara la disolución del Congreso, dominado por la oposición fujimorista y sus aliados el, 1º de octubre, a lo que el Parlamento respondió suspendiendo al mandatario por 12 meses y nombrando a la vicepresidenta Mercedes Araóz como presidenta en funciones, los partidarios de Vizcarra salieron a las calles a protestar, así como simpatizantes del fujimorismo, sacando a la luz una polarización política que se agudiza cada vez más.


Esto afectó la ya inestable situación de Vizcarra en el poder. Hay que recordar que el mandatario lleva poco más de un año en el poder, que asumió luego que Pedro Pablo Kuczynsky renunciara en medio del escándalo por su vinculación con la trama de sobornos de la empresa brasileña Odebrecht.


El 2 de octubre, Araóz renunció al cargo designado por el Parlamento mientras la oposición pedía elecciones generales. Sin embargo, comenzaron a producirse alianzas partidistas para acudir a los comicios y el fujimorismo decidió el lunes 21 acudir a los comicios de diputados al Congreso, pautados para enero de 2020.


Estado de Excepción


Paralelamente estalló la crisis en Ecuador. También el 1º de octubre se produjeron medidas gubernamentales que desencadenaron los acontecimientos. En este caso, el presidente Lenín Moreno implementó acciones como la eliminación de los subsidios a los combustibles, la reducción de las vacaciones para los trabajadores públicos de 30 a 15 días y la obligatoriedad para los trabajadores públicos de donar un mes de su salario mensual al gobierno.


El 2 de octubre estallaron las protestas y se efectuó un paro de transporte, a lo que el gobierno respondió decretando un estado de excepción por 30 días en todo el territorio nacional.


La violencia llegó con enfrentamientos entre manifestantes y los cuerpos de seguridad, los movimientos indígenas se sumaron a las movilizaciones y la situación degeneró en violencia. Para el 20 de octubre la Defensoría del Pueblo de Ecuador había registrado cinco muertos en medio de las protestas.


Chile ha sido el escenario con mayor violencia. El 14 de octubre, cientos de personas, principalmente estudiantes protestaron por el alza de 30 pesos en el precio de los billetes del metro. 41 de las cerca de 140 estaciones del sistema subterráneo de la capital, Santiago, fueron incendiadas o siniestradas, al igual que 16 autobuses. El presidente Sebastián Piñera decretó estado de emergencia, pero la violencia continuó.


En la noche del miércoles 22 de octubre, el gobierno implementó una serie de medidas sociales, aumento de pensiones, subsidios y políticas para recuperar el sistema eléctrico. Las cifras divulgadas por el diario La Nación muestran que 1420 personas fueron detenidas y hubo 84 heridos.


Para el 23 de octubre, la cifra de muertos llegó a 23.





Violencia por narcotráfico


México también vivió su episodio de violencia, pero en su caso, los hechos estuvieron vinculados a la acción del narcotráfico en ese país. El 17 de octubre, durante un operativo policial, el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, exlíder del cartel de Sinaloa, de nombre Ovidio Guzmán, fue hecho prisionero, algo que generó que los grupos armados vinculados a esta actividad enfrentaran a los cuerpos de seguridad del Estado.


El Ejército mexicano no pudo controlar la situación, viéndose superado por los grupos armados, que lograron liberar a cerca de 50 presos y ejerciendo el control en diversas zonas, hasta que finalmente el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó la liberación de Ovidio Guzmán.


El mandatario alegó que no conocía del procedimiento y que una operación de ese tipo debía planificarse con las previsiones correspondientes.


Dos días más tardes le tocó a otro país centroamericano, Honduras, donde el hermano del presidente Juan Orlando Hernández, Tony, fue declarado como culpable de estar vinculado al narcotráfico.


En esta oportunidad fueron los ciudadanos los que protagonizaron las protestas callejeras, convocadas por líderes opositores y el expresidente Manuel Zelaya. Se produjeron saqueos, quemas de vehículos y otros daños a la propiedad, mientras los manifestantes pedían la renuncia del mandatario nacional.


En Tegucigualpa hubo quema de cauchos y colocación de barricadas, se bloquearon calles y bulevares en diversas zonas del país. Cuatro días más tarde continuaban focos de protestas, aunque fueron disueltos por la Policía Nacional.


Violencia electoral


En Bolivia la situación continúa con tensión. En la noche del domingo 20 de octubre, el Tribunal Electoral suspendió un conteo de votos correspondiente a las elecciones presidenciales que señalaba la inminencia de una segunda vuelta entre el presidente y candidato a la reelección, Evo Morales, y el dirigente opositor y expresidente Carlos Mesa.


Al reanudarse el conteo un día más tarde, Morales apareció con ventaja suficiente (10 puntos porcentuales) para evitar la nueva ronda comicial.


La misión de observación de la Organización de Estados Americanos calificó los resultados anunciados el lunes como un cambio inexplicable y expresó profunda preocupación y sorpresa; activistas de oposición salieron a las calles a protestar, cerrando varias calles, especialmente en Sopocachi, uno de los emblemáticos barrios de clase media y alta de La Paz.


Los disturbios se multiplicaron con violencia en ciudades como Cobija, Cochabamba, Oruro, Sucre, Tarija y Trinidad, con quemas, destrozos y enfrentamientos con la policía. En Potosí, los manifestantes lograron romper el cerco policial e incendiaron el edificio del Tribunal Electoral de esa ciudad.


En Riberalta, cerca de la frontera con Brasil, manifestantes derribaron una estatua del expresidente venezolano Hugo Chávez, y en Chuquisaca, otro grupo prendió fuego al edifico donde funciona el Tribunal Electoral.


Ejercicio democrático


El internacionalista Edmundo González Urrutia explicó que los casos donde las autoridades han tenido que retroceder en sus ejecuciones se deben a los contrapesos propios del juego democrático.


Consultado sobre si los gobiernos están perdiendo su capacidad de comandar la sociedad, González Urrutia afirmó que los balances y contrapesos del poder, propios de la democracia, están funcionando. “Un poder legislativo puede ejercer presión para cambiar las cosas y el Ejecutivo necesita negociar”, apuntó el analista.


González Urrutia destacó que la situación de Chile difiere de los casos de Perú, Ecuador y Bolivia, con disturbios muy violentos y daños a las instalaciones y donde, a pesar de las nuevas medidas adoptadas por el presidente Piñera, la tensión continúa presente.


A su juicio, el caso más delicado es el de Bolivia, donde estaría operando un fraude a dos niveles. “El primer nivel es el institucional, donde el Tribunal Constitucional, que está al servicio del Ejecutivo, como ocurre en varios de nuestros países, permitió que Morales se pudiera postular para un nuevo mandato, cuando en un referendo, la propuesta de nueva reelección había salido derrotada”.


Añadió que la situación se agrava porque en ese país existen fuertes tensiones étnicas, don disputas territoriales y exigencias autonómicas muy marcadas.


El segundo nivel es el operativo, con la interrupción del conteo de votos, algo que, según su análisis, pudo haber permitido la alteración de los resultados. Advirtió que también en Ecuador la situación es delicada porque igualmente ese país tiene fuertes tensiones entre diversos grupos étnicos.


Rol de Venezuela


Acerca de las acusaciones, por parte del presidente de Ecuador, Lenín Moreno, en cuanto a que el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, estaría impulsando los disturbios, que se suman a las declaraciones del presidente chileno, Sebastián Piñera, en cuanto a que desde el Foro de Sao Paulo se estarían dirigiendo las manifestaciones violentas, González Urrutia señaló que las sospechas de que detrás de tales revueltas puedan estar intereses foráneos son claras y evidentes.


“Por un lado tenemos esta reunión hace algunos semanas del Foro de Sao Paulo, y por otro vimos a Maduro decir en tono cínico que “estamos siguiendo las instrucciones (del Foro) un poco como burlándose de eso para desmerecer la credibilidad de las afirmaciones; pero son patrones muy claros, son estrategias que vienen muy acentuadas y no es de extrañar que haya elementos de Cuba”, expresó el analista.


Sostuvo que se trata de juegos estratégicos y no son simplemente protestas que surgen de la noche a la mañana.


“En el pasado ha habido episodios donde se ha comprobado la intervención del gobierno de Venezuela, aquellas casas del alba en Perú en determinado momento; también en Argentina con las organizaciones de los Piqueteros, los Tupamaros en Uruguay. Hay una infraestructura institucional, llámese continental bolivariana, llámese congreso de los pueblos, círculos bolivarianos, esa serie de instancias funcionaban incluso con recursos así que nada de esto es espontaneo.

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domingo, 17 de noviembre de 2019

Los cinco hilos que mantienen a Nicolás Maduro en el poder

Víctor Salmerón



Venezuela sufre una debacle similar a la de un país en guerra: en seis años el tamaño de la economía se ha reducido a la mitad, la inflación es de cinco dígitos y el consumo desciende vertiginosamente. Al mismo tiempo, más de cincuenta países consideran fraudulentas las elecciones con las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente en 2018 y Estados Unidos, al igual que la Unión Europea, han impuesto sanciones al gobierno y sus principales funcionarios.

No obstante, Nicolás Maduro continúa en el poder y ha tomado una serie de medidas que por ahora le permiten avanzar hacia una estabilización en medio del empobrecimiento de la población y la amenaza de la oposición, que en enero de este año declaró como presidente interino a Juan Guaidó, el líder del Parlamento.

¿Cómo es la madeja que mantiene a Nicolás Maduro en la presidencia de Venezuela?

Control social

Tras 24 meses en hiperinflación la capacidad de compra del salario mínimo se ha evaporado al punto que al tipo de cambio oficial tan solo representa cinco dólares al mes: la consecuencia es una enorme cantidad de venezolanos que depende en gran medida de los alimentos y bonos que reparte el gobierno.

De acuerdo con Datanálisis, una de las principales encuestadoras del país, el mes pasado 52% de la población recibió la caja de alimentos que reparte el gobierno y a la misma proporción se le depositó un bono en su cuenta bancaria.

“Es similar a lo que ocurre en un secuestro, el secuestrador puede estar aislado, pero si es el único que tiene el reparto de provisiones tiene un mecanismo de control. Lo hemos visto en países sancionados como Irán o Zimbabue donde en medio de la crisis el gobierno se hace más fuerte internamente porque es el único que tiene para repartir”, explica Luis Vicente León, director de Datanálisis.

El secuestrador puede estar aislado, pero si es el único que tiene el reparto de provisiones, tiene un mecanismo de control
Otro factor a tomar en cuenta es que la urgencia por cubrir las necesidades básicas ha hecho que los venezolanos se dediquen en buena medida a sobrevivir. De acuerdo a un estudio elaborado por la firma More Consulting y el sociólogo Luis Pedro España, 56% de la población le dedica más de 10 horas semanales a trabajos extra a fin de incrementar el ingreso.

“El trabajo adicional se ha convertido en una fuente complementaria de ingresos, el venezolano está sobretrabajando para poder vivir”, dice Luis Pedro España.

Apoyo para reprimir

Las Fuerzas Armadas y los cuerpos policiales se han mantenido leales al régimen y cuando lo necesita, Nicolás Maduro reprime y aplasta la protesta en las calles.

Al mismo tiempo, el sector militar controla áreas neurálgicas del gobierno como Pdvsa, la empresa petrolera del Estado; el negocio del oro que se extrae de las minas al sur del país, y un número importante de gobernaciones, entre otros sectores.

“Las fuerzas represivas junto a un sistema judicial plegado al gobierno crean temor en la población que podría rebelarse”, dice el politólogo Ismael Pérez.

Luis Vicente León resume que “la combinación de dependencia con miedo puede ser estabilizadora”.

Ajuste silencioso

Tras no ahorrar en los tiempos de los altos precios del petróleo, endeudarse masivamente y no invertir para mantener la cantidad de barriles que Venezuela extrae diariamente y proveen 86% de los dólares que ingresan a la caja, el gobierno se quedó sin divisas, pero ha tomado medidas para asegurarse de que el sector privado mantenga el abastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos y una larga lista de productos.

Básicamente la administración de Nicolás Maduro derogó de facto el control de cambio y el control de precios, gracias a lo cual los anaqueles de los supermercados no están vacíos y la escasez ha disminuido.

“Para subsistir el gobierno necesitaba que el sector privado utilizara sus propios dólares para importar materia prima, insumos y productos terminados por dos razones: porque el gobierno se quedó sin suficientes divisas y porque el sector privado no tiene las restricciones de las sanciones de Estados Unidos, para eso eliminó de facto, sin un anuncio formal, el control de precios y el control de cambio”, dice Luis Vicente León.

Además, el gobierno tomó medidas para recortar el crédito bancario y disminuyó la emisión de dinero a fin de restarle ímpetu a la inflación que de un estimado de dos millones en 2018 se ubicará este año en torno a 18.000% de acuerdo a las proyecciones de Ecoanalítica.

Otro elemento a considerar es que la moneda local ha comenzado a ser sustituida por el dólar y de acuerdo con Datanálisis 55% del volumen de las transacciones son en divisas y el año que viene esta cifra podría alcanzar 70%.

“El Gobierno camina hacia un modelo ortodoxo por obligación: liberando el cambio, liberando precios, permitiendo una dolarización de facto, reduciendo la emisión de dinero para cubrir el déficit fiscal. Claro, es una economía más chiquita, volátil y la producción de las empresas es 25% de lo que era antes de la crisis”, dice Luis Vicente León.

Economía dual

La dolarización de facto ha creado una economía con dos grandes grupos: los venezolanos que tienen dólares y quienes sobreviven a la hiperinflación gracias a los subsidios del gobierno o están completamente marginados, hundidos en la pobreza y se ven forzados a emigrar.

De acuerdo con Datanálisis entre 35% y 40% de la población dispone de dólares gracias a remuneraciones, ahorros o el dinero que les envían familiares en el exterior; pero dentro del grupo existen distintos estratos: una pequeña capa en torno a 10% de la población que consume a placer y adquiere productos de lujo, una franja que se asemeja a la clase media y familias que emplean las divisas para gastos cotidianos.

“La economía dual y el hecho de que el gobierno camina por una senda más racional, más ortodoxa en materia económica, genera una apariencia de restablecimiento de normalidad, pero es una burbuja”, dice Luis Vicente León.

El ingreso de dólares por actividades ilícitas en montos crecientes es un factor que alimenta la dolarización de facto y el esquema dual de la economía.

Proyecciones de Ecoanalítica señalan que en 2018, gracias al contrabando de oro, contrabando de gasolina y tráfico de estupefacientes, ingresó a Venezuela una cifra que ronda los 8.200 millones de dólares.

Oposición debilitada

En enero de este año el líder de la oposición, Juan Guaidó, trazó una ruta para sus seguidores: fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; pero tras diez meses en los que no ha logrado avanzar en estos objetivos su imagen comienza a desgastarse.

Un estudio de la encuestadora Delphos, con datos a septiembre de este año, registra que ante la pregunta: ¿qué es lo mejor para el bien del país? 38% de la población se pronuncia porque surja un nuevo líder de la oposición.

Félix Seijas, director de Delphos explica que “en general la gente tiene buen concepto de Juan Guaidó como persona, pero el deseo predominante es que se apure. Las bases del apoyo han comenzado a debilitarse, por eso el poder de convocatoria es menor, vemos desarticulación de la presión social y gana terreno la idea del outsider”.

Ismael Pérez señala que “la oposición no ha logrado crear un movimiento capaz de organizar a la gente para oponerse, es cierto que hay un líder que es Juan Guaidó, pero falta liderazgo, más gente que articule a la población que desea el cambio”.

En un intento por reanimar la protesta en las calles la oposición ha llamado a una marcha para el próximo 16 de noviembre que podría ser el inicio de un ciclo de mayor conflictividad política.

“Estamos frente a un sistema inestable y es muy difícil predecir qué puede suceder. Uno esperaría que en medio de semejante crisis en algún momento el gobierno se equivoque y la población, agotada y cansada, se rebele”, afirma Luis Vicente León.

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